El España - Perú visto y oído desde la extraña mezcla de televisión y radio.
Fotos: EFE
Lo decía la edición online deo diario Marca en su nota previa al partido: "España enfrenta al Rayo de Sudamérica, por color de camiseta y por la opulenta vecindad". Así como alguna vez Perú recibió a Haití para arrancar con buen pie la era Autuori, España abría sus puertas a la blanquirroja con el fin de sentir que enfrentaba al Rayo Vallecano de estos lares, léase el equipo modesto de Madrid, un equivalente al Defensor Lima de estos lares.El estadio elegido, el Nuevo Colombino de Huelva. Los Hombres G alguna vez inmortalizaron el siguiente estribillo: "Es tan difícil que tú me quieras como que gane el Recreativo de Huelva". Algo así como Miki González invitando a todos a Tocache.
Ante ese marco, era deliciosa la oportunidad para poner el televisor en mute y seguir el audio del partido por la señal de Radio Nacional de España. Emisora que se caracteriza por no narrar las incidencias del partido salvo aquellas de extremo peligro y, por supuesto, los goles ("Villa ha marcado el primero tras un desborde..."). Lo hace en Champions League y esta vez la oportunidad fue excelsa para hacer escarnio del rival.
Desde el minuto 5, cuando Iker Casillas batió el récord de invencibilidad en la historia de la selección española jugando como local (586 minutos, marca vigente desde la década de los ochenta, surgían los comentarios crueles:
"No se puede comparar. Recuerden contra quién atajaba Zubizarreta, y ahora Casillas ataja ante Perú y Estados Unidos (el próximo sparring español)" apuntaba una voz femenina en el panel.En un partido ralo, las especulaciones sobre si el esquema de 'Chemo' del Solar era similar al que la Rusia de Hiddink presentará en el estreno de la 'Furia' en la Eurocopa el próximo 10 de junio, como alguien quiso sugerir en la península, se fueron diluyendo. Solo hubo un comentario contundente: "Está claro que este equipo Perú no estará en Sudáfrica 2010. Es noveno de su grupo eliminatorio, y contra este equipo España quería hacer pruebas y ahora está empatando", se decía antes del milagroso gol de Capdevila.
Eso sí, nunca falta la perla. En un momento se anunció equivocadamente la salida de Hernán Rengifo del campo de juego. Y luego del gol, la reacción fue dubitativa: "Ha metido el gol... Creo que Rengifo". Como para confirmar que en todos lados se cuecen habas y los desinformados no solo existen en los palcos de prensa de estas tierras del Nuevo Mundo.
Digresión personal del autor de estas líneas: estoy en contra de las definiciones por penales. Siempre he creído que le hacen daño al fútbol, que son el incentivo perverso para que dos equipos se conformen a dejar que el azar lo defina todo. Porque si en algún aspecto del fútbol existe la suerte, ese tiene forma de penal.
Diferencias al canto. Ronaldo es un fuera de serie, acaso el mejor del mundo luego de lo que hizo en el Luzhniki. Pero me cae pésimo. No solo porque mi hermana menor cambie mi foto en su wallpaper por poner la de él, cada chica a la que le hago el habla me mencione su nombre cuando le cuento que me gusta el fútbol o mi abuela pase por delante del televisor de casualidad en pleno partido y diga “qué buen mozo es ese muchacho”. Tampoco únicamente porque cuando acaba el partido no reacciona gritando el triunfo como un guerrero sino que cae al suelo llorando de emoción. Sobre todo me cae mal porque juega para la cámara y a lo largo de la Champions dejó de dar más de un pase a sus compañeros para procurar su lucimiento. Eso me parece insoportable en un jugador de fuste.
La línea de tres al fondo es un sistema con altas resistencias en el medio peruano. Hasta en los partidos de Winning Eleven, son pocos los que quieren usarla -anímese usted a enfrentar a un argentino y verá qué sistema usa de preferencia-. Cuando Juan Carlos Oblitas la impuso en el medio en aquel Cristal campeón de 1991 (Pedraglio, Prado y Earl), lo tildaron de ultradefensivo. Tres años después, demostró que ese esquema –con carrileros, una novedad para el tácticamente atrasado fútbol peruano- era la base de un fútbol ofensivo que le granjeó un tricampeonato.
Por eso, la propuesta actual del ‘Tigre’ se asemeja más a lo que Osvaldo Piazza hacía hace exactamente una década en el Apertura 1998. Tres al fondo, con líbero casi alterno (Falaschi) y dos stoppers peleadores (Araujo y Domínguez); una primera línea de cuatro en mediocampo que subía y bajaba por igual (Carranza -cuando aún corría-, Ciurlizza, Ferrari y Pereda), y delante de ellos un enganche (Cantoro). Arriba, dos puntas con características goleadoras (Farfán y Esidio).
La otra semejanza, y acaso la más importante, es que así como esa ‘U’ se quedó sin Mauro Cantoro por un patadón alevoso de Juan José Velásquez -el recordado hijo del ‘Patrón’-, esta de 2008 ha perdido a Candelo, quizá el extranjero que mayor idolatría supo despertar en predios merengues luego del ‘Toro’. Esa vez, Piazza optó por darle continuidad a Luis Cordero -alternando con ‘Pachito’ Guzmán- o adaptar el sistema de tal forma que Guadalupe ingresara como carrilero derecho, ante lo cual Carranza corría al medio y Ferrari se retrasaba para quedar detrás de la línea de cuatro (es decir, pasando del 3-4-1-2 al 3-1-4-2).