24.7.07

Dismissed a la criolla

Fotos: Mediotiempo, RPP

Las leyes de la física y del fútbol dicen que la pita se rompe siempre por el lado más débil: es más fácil despedir al técnico que cambiar a un equipo que no marcha bien. En el Perú, varios de esos trámites están acompañados de sucesos insólitos que contravienen cualquier razonamiento lógico, como en los casos de Julio César Uribe y Jorge Amado Nunes.

Bien podría MTV haber rodado una versión futbolera de Dismissed por estas tierras la semana que pasó.

Difícilmente en una misma tarde de algún país del mundo se pueda comentar en simultáneo el despido del técnico de la selección nacional y el de su símil en uno de los equipos más populares. Más complicado aún es que ello esté acompañado por los siguientes matices:

1. El técnico despedido de la selección (peruano) ocupaba el último lugar en los listados de posibles candidatos a ocupar el cargo durante las semanas previas a su nombramiento, pese a lo cual fue designado en medio del rechazo popular. En cambio, el técnico despedido del equipo popular (extranjero) es quizá el entrenador más aclamado por alguna hinchada local durante las últimas décadas, por su condición de ídolo.

2. Para designar al técnico de la selección, los encargados del nombramiento realizaron muchos viajes y entrevistas alrededor del continente cuando Perú era el único equipo de los diez sudamericanos que seguía sin entrenador, pese a que el elegido vive cerca de la Videna. Para designar al técnico del equipo popular, los encargados del nombramiento revirtieron un despido hecho pocas semanas antes por la directiva anterior, en supuesto nombre de subsanar lo que se había entendido como una injusticia.

3. Para cubrir el primer problema protagonizado por el técnico de la selección, la decisión dirigencial fue escuchar a la tribuna y reducirle el sueldo. Para cubrir el primer problema protagonizado por el técnico del equipo popular, la decisión dirigencial fue escuchar a la tribuna y echar a los jugadores que no sintonizaban con la filosofía que quería implantarse.

4. El técnico de la selección hablaba mucho, y con una florida verborrea favorecía indirectamente la creación de cortinas de humo mediáticas para distraer la atención de la afición lejos de los problemas estructurales que afronta el fútbol en el Perú hoy. El técnico del equipo popular hablaba mucho, y su voz punzante por un lado favorecía el espectáculo al generar polémica sana con los rivales -base del negocio fútbol en cualquier liga del mundo- y por otro denunciaba problemas cotidianos con una franqueza inusitada para un medio donde todo se habla a media voz.

5. El tiempo de trabajo para el técnico de la selección fue reducido y los objetivos de su labor -netamente cortoplacistas- apuntaban hacia cualquier lado menos al concepto de proceso. El tiempo de trabajo para el técnico del equipo popular quedó absolutamente distorsionado por el brusco cambio que se dio tras su primera destitución y posterior restitución, por lo que los objetivos de su labor terminaban demasiado alejados de la tantas veces mentada “jefatura de la unidad técnica”.

6. El resultado preliminar del técnico de la selección (eliminación en cuartos de final de la Copa América) es cuestionable en teoría, por los errores cometidos en el desarrollo de los partidos, pero aceptable en la práctica ya que no existían mayores expectativas. El resultado preliminar del técnico del equipo popular (quinto lugar del Torneo Apertura) es cuestionable en teoría al tratarse de un club grande para el medio, pero aceptable en la práctica dadas ciertas anomalías -cambio de dirigencia y comando técnico en plena competición-.

7. La decisión de despedir al técnico de la selección pasó, sobre todo, por un nuevo impulso populista: hacer lo que pide la tribuna per se, más allá de que –como era el caso- efectivamente se hubieran cometido errores crasos que ameritaran un despido. La decisión de despedir al técnico del equipo popular pasó, sobre todo, por presiones externas y revanchas pendientes al seno del club, más allá de que –como era el caso- efectivamente el entrenador, con toda la idolatría que pudiera despertar, no hubiera acumulado el desarrollo profesional necesario para dirigir a un club grande.

8. Al técnico de la selección lo despidieron a poco menos de tres meses de la Eliminatoria, lo que significa que quien lo reemplaza -entrenador de perfil distinto del que poseía el anterior- nuevamente estará limitado para encauzar un proceso y terminará planteando nuevos objetivos de corto plazo. Al técnico del equipo popular lo despidieron a poco menos de tres días del comienzo del Torneo Clausura, lo que significa que quien lo reemplaza -entrenador que proviene del comando técnico anterior, por lo que en teoría la metodología de trabajo que existía no sería leída como incorrecta- nuevamente estará muy alejado de un proceso de largo aliento como el que anunciaba la campaña electoral de la nueva directiva del club.Dos anécdotas que se explican por sí solas para terminar. En octubre de 1991, José Carlos Amaral fue despedido de la dirección técnica de Alianza Lima luego de una derrota ante Defensor Lima en Matute que terminó con un carnaval de insultos por parte del Comando Sur. A las pocas fechas, Amaral fue contratado con bombos y platillos por el Deportivo Municipal, cuyos dirigentes anunciaron entonces que iniciaban una etapa de trabajo serio y de largo plazo. El brasileño debutó, curiosamente, ante Defensor en el preliminar de un clásico, por lo que antes de comenzar el partido se acercó al Comando Sur y fue retribuido con aplausos y cánticos de apoyo. Tres días después, peleó con los dirigentes ediles y fue despedido del cuadro de la comuna con solo un partido dirigido.

La otra anécdota se remite a noviembre de 1999. Alianza Lima era puntero absoluto a cuatro fechas de culminar el campeonato y cumplía una gran campaña en la Copa Merconorte. Intempestivamente, la dirigencia anunció el despido del técnico colombiano Édgard Ospina, en una decisión insólita que don Emilio Lafferranderie, El Veco, resumió certeramente entonces como un hecho que “rebasaba cualquier capacidad de asombro que los años de experiencia periodística pudieran haber reportado”. Tiempo después se conocería que actitudes extradeportivas que se alejaban de las políticas que la dirigencia aliancista de entonces pretendía imponer motivaron el cese del colombiano.

En el Perú, pues, siempre hay historias y espacio para la puesta en escena de nuevos y muy variopintos capítulos de Dismissed.

12.7.07

Cuestionando mitos urbanos

Cada vez que termina una campaña de la selección, “grandes” conclusiones quedan flotando en el ambiente y dominan las discusiones en oficinas y taxis, parques y mesas familiares, bares y salones de clase. Acá, un cuestionamiento a la veracidad de esos destellos de sabiduría popular.



1. Perú fracasó en la Copa América por culpa del técnico. Falso. El verbo “fracasar”, tan venerado por estas tierras, le queda muy grande a la actuación peruana en esta Copa. A saber: se clasificó segundo en su grupo, consiguió el mejor resultado del historial en enfrentamientos contra un grande en el nivel regional como Uruguay y quedó eliminado ante Argentina, el equipo teóricamente más fuerte del torneo. Por otro lado, si bien el técnico tuvo responsabilidad directa en la patética actuación ante Bolivia, tampoco ejerció una influencia decisiva en el empeoramiento de las posibilidades del equipo -simplemente, las posiblidades jamás fueron mayores a lo que se logró-.


2. No hay que cambiar al técnico para no interrumpir el proceso. Falso. En el caos dirigencial que vive hoy la FPF, el término “proceso” le queda muy grande a cualquier trabajo de dirección técnica, y eso no es culpa de Uribe. La razón que existe hoy para no cambiar al técnico, más bien, es que cualquiera que venga se topará con el mismo marasmo en la Videna y no podrá cambiar en demasía el escenario, por lo que resulta más barato mantener al actual. Distinto habría sido el caso si las atrocidades tácticas cometidas contra Bolivia determinaban la eliminación en primera fase, caso en que a Uribe no le habría quedado otro camino que renunciar por decencia; pero así como se clama que ciertos resultados decapitan técnicos, hay que aprender que otros los mantienen.


3. Uribe se equivoca porque pone a Farfán de volante y no de delantero. Falso. Jefferson jugó la Eliminatoria pasada como volante ofensivo recostado por cualquiera de los lados y fue goleador de Perú. Si jugara como delantero, es muy posible que los clamores populares viraran en torno a por qué se mantendría sentados a Pizarro o Guerrero. El problema con la ubicación de Farfán en la última Copa fue que al jugar Perú con un solo volante de contención, él terminaba tapando los espacios que Bazalar no podía cubrir, por lo que se convertía casi en un ocho con un desgaste físico atosigante -y, por ende, acababa lejísimos del arco-.


Jefferson Farfán festejó goles como volante en las Eliminatorias pasadas (Foto: u.univision.com)


4. Bazalar es un caudillo, pero no tiene físico para jugar de titular en la selección. Falso. A Juanca se le exigió algo que jamás hizo con ninguna de las camisetas que ha vestido en sus 21 temporadas como profesional, que es jugar como seis solitario. En la U hacía dupla con el Puma Carranza o el León Rodríguez; en Ciclista, Sipesa y Boys lo acompañó Roger Serrano; en Alianza jugaba con Jayo o Ciurlizza y -cuando se hacía rombo- con el Churre Hinostroza; en el Veria griego su comparsa fue el ex internacional Jiotis Tsalouchidis; en Melgar estuvo con el colombiano Francisco López, y en Cienciano lo han acompañado Juan Carlos La Rosa, César Ccahuantico y recientemente nada menos que Julio Edson Uribe. Vistos los nombres, cualquiera que conoce un poco a los mencionados se percata de que en esas duplas ellos hacían la labor de destrucción y Bazalar la de enlace con el otro bloque del mediocampo. Por eso, y no por falta de un físico que una impecable trayectoria ha sabido conservar intacto -Jayo o Ciurlizza tienen varios años menos que él y también algunos kilos más-, es que Bazalar sufrió en la posición que ocupó.


5. Uribe se equivocó porque puso a Villamarín de central cuando siempre jugó de lateral. Falso. Pese a que su posición natural es de lateral izquierdo, en el último Torneo Apertura Édgar Villamarín arrancó en tres partidos como zaguero central y en varios más (incluidos algunos cotejos de Libertadores) pasó a ocupar ese puesto dado que Cienciano suele pasar de jugar con cuatro a tres defensas en pleno juego según la dinámica de este. Lo que resulta altamente cuestionable -aunque respetable al fin y al cabo- es que Uribe haya convocado a Villamarín, un jugador que comparte con Renzo Benavides y Erick Delgado el nada envidiable registro de haber sido los únicos en la década actual que fueron expulsados en su partido debut en Primera División. Fuera de la anécdota, el zaguero difícilmente haya hecho méritos suficientes en sus tres años y medio en la categoría para merecer un espacio en la lista o, más aún, para ganarse la titularidad por encima de Acasiete como ocurrió contra Bolivia.


6. Perú jugó mal porque Uribe convocó muchos jugadores de Cienciano. Falso. Cienciano es el mejor equipo peruano de los últimos años y el que papel más decente realizó en la última Copa Libertadores. El error de Uribe fue realizar una convocatoria pésima, más allá de los nombres. Repasando: i) no se puede llevar a un solo volante de contención, máxime si tiene 39 años de edad (está dicho que Bazalar es un ejemplo para cualquier futbolista peruano pero eso no lo convierte en Súperman para estar exento de lesiones a estas alturas de su carrera); ii) no se puede ir sin lateral derecho natural (Galliquio es back central en la U y De La Haza se convirtió en volante lateral durante las últimas dos temporadas); iii) es innecesario, necio y torpe perder un cupo convocando a un tercer arquero cuando las normas de la Copa permiten que en caso de lesión ese puesto pueda ser reemplazado por un vigesimotercer jugador (capítulo IV, artículo 7, inciso 2.4. del reglamento de la competición).



¿Estaba Villamarín en capacidad de enfrentar a rivales como Riquelme? (Foto: AFP/ www.copaamerica.com)


7. Lo que pasa con Uribe es que juega con hombres y no con nombres. Falso. En Sudamérica una selección que no sea Argentina o Brasil no puede darse el lujo de prescindir de los pocos nombres que tiene. Decir que Solano no estuvo en Venezuela por algún motivo distinto de la censura dirigencial es un insulto a cualquier lógica elemental. Por otro lado, no hay forma de decir que Uribe juega sin nombres. Alguna vez convocó a Alfredo Carmona cuando estaba sin club; a Francisco Pizarro cuando era tercer arquero de Municipal el año en que este perdió la categoría; a su hijo Julio Edson (camiseta 10 incluida) cuando apenas alternaba en el Deportivo Maldonado de Uruguay; a Jair Butrón y Álex Becerra cuando ni siquiera destacaban en el Alianza Atletico de Lánder Alemán, quien presidía la Comisión Mundialista que pagaba utilidades a cada club que aportaba jugadores a la selección. Eso fue jugar con “nombres” (bien entre comillas). Felizmente esta vez -hasta ahora- no ha llegado a tales extremos.


8. Pizarro les tapó la boca a sus detractores con los goles a Bolivia. Falso. Tampoco se trata de jugar con nombres por encima de los hombres. Un goleador que no hace goles deja de serlo y no puede entenderse como titular fijo. Si juega en el Chelsea y no le anota a Bolivia, tendría una mínima introspección por hacerse. Es cierto: en ese partido apareció cuando se le necesitó. Sería interesante que esa capacidad de desequilibrio se presentara en otro tipo de partidos, ante rivales más acordes con el fuste de su trayectoria europea, aunque ya se lleven ocho años -desde que debutó con la blanquirroja- esperando eso.


¿Se repetirá el festejo de Claudio Pizarro contra Bolivia frente a rivales de mayor peso? (Foto:futbolarg.wordpress.com)


9. Está demostrado que el 5-3-2 es el mejor esquema para Perú ya que cuando usó el 4-4-2 jugó horrible. Falso. Un sistema táctico por sí solo no le gana a nadie. Cuando Perú partió a Venezuela, el comentario predominante era que los zagueros peruanos no sabían jugar en línea de tres y hacerlo era una irresponsabilidad; luego de la goleada a Uruguay, hasta la secretaria recitaba a coro la clave mágica “cinco hombres en el fondo” como receta del éxito. Los esquemas sirven en tanto sean funcionales al rival de turno y se tenga a los hombres idóneos para aplicarlos. Quizá jugar con cuatro centrodelanteros como se terminó contra Bolivia no sea tan estrambótico el día que se juegue un amistoso de solteros contra casados ante San Marino o Tonga; emplear un 4-4-2, la táctica más convencional del fútbol, con De La Haza abriendo un rombo como único volante de marca difícilmente sea viable en algún lugar del mundo.


10. Con este técnico y este equipo, no tenemos posibilidades en las Eliminatorias. Falso. Sobre todo, porque Perú está encuadrado en una serie clasificatoria donde juegan otros equipos que hoy por hoy tienen problemas iguales o peores. El fútbol chileno afronta una crisis generalizada que ha devenido en un escándalo disciplinario de dimensiones que por estos lares no se ven desde los ‘90. El Ecuador mundialista hizo cero puntos en la Copa. Colombia fue humillado por un rival directo en su camino hacia el próximo Mundial (Paraguay) y mostró pocos recambios para algunos nombres de peso que empiezan a despedirse. Muchos se preguntan cómo Uruguay jugando tan mal en la Copa estuvo a punto de disputar la final; una buena razón está relacionada con el peso de las cerca de 10 individualidades con que cuenta. Perú tiene unas tres o cuatro, y con eso le bastó -por ejemplo- para dejar fuera por kilaje a un Bolivia muy animoso pero sin los Etcheverry o Sánchez que hace una década le dieron, justamente, el paso a un Mundial. Entender que lograr ese objetivo no depende solo de méritos o culpas propias es el primer paso para tentar alcanzarlo.