28.8.07

¿Y qué Aguirre agarra estas culpas?

Fotos: delgol.com, scbraga.pt, diario La Verdad

Diego Aguirre dejó con mucha pena y ninguna gloria el banquillo de Alianza Lima. Al margen de los errores del uruguayo al comando de los blanquiazules, es inocultable que los desaciertos dirigenciales no son novedad en Matute. El caso Mariño evocó los de Paolo Guerrero y Jair Baylón, y sumó una perla más a una lista larga que no se corta por el lado más débil de la pita.

1) Había sido un delantero con trayectoria importante: en su país es idolatrado por los manyas de Peñarol al haberles dado el título de la Copa Libertadores 1987, con un gol agónico a los 119 minutos y 58 segundos en la final ante el América de Cali de Gabriel Ochoa Uribe. 2) Era uruguayo como Gerardo Pelusso, quien pese a haberse ido de Matute entre lágrimas y con pocos éxitos en partidos decisivos dejaba, al parecer, un buen recuerdo por el título ganado el 2006. 3) Había obtenido, ya como técnico, un título en Peñarol el 2003, y además sumaba pasos por Montevideo Wanderers, Plaza Colonia, Lawn Tennis de Carrasco y el ecuatoriano Aucas. 4) Tenía un aire, con la fortaleza de un ventarrón, al conductor televisivo Raúl Tola, pero era un hombre de fútbol.
Aguirre y De Souza Ferreyra, una alianza que apenas duró seis partidos (Foto: RPP)
Esas señas acreditaron ante la dirigencia de Alianza Lima a Diego Vicente Aguirre Camblor (Montevideo, 13 de setiembre de 1965) a asumir la dirección técnica del cuadro íntimopara el Torneo Clausura. Tras solo seis fechas en el cargo se va con un récord de prontuariado: tres derrotas en casa, una de ellas la más
abultada de la historia blanquiazul en Matute
. Al cierre de estas líneas, y mientras Pepe Soto asume el cargo de modo temporal, varios nombres se vocean para reemplazarlo, todos con pasado aliancista: Miguel Ángel Arrué, Miguel Company, Julio César Uribe y hasta Mario Viera, ex asistente de Pelusso. Pero pese a que la prensa aguardó hasta últimas horas del martes la decisión, ella demorará algunas horas más debido a que, como sentenció el vicepresidente aliancista Carlos Franco a una emisora local, “Alianza no se quiere equivocar” con la decisión que tome esta vez.

Paolo Guerrero con la blanquiazul, una imagen que solo se pudo ver en juveniles y jamás en Primera (Foto: delgol.com)Porque Alianza se equivoca, vaya si bastante y de manera escandalosa. La vergonzosa partida al Hércules español de Juan Carlos Mariño, presentado como gran refuerzo para el Clausura, tras haber jugado apenas cuatro partidos con los íntimos, y la posterior imagen de un contrato que lo facultaba a dejar la institución “sin contraprestación alguna” si recibía una oferta del extranjero dejaron en ridículo el poder de negociación de uno de los dos clubes más importantes del país. El eco de Carlos Carpio reclamando al jugador condolencia por haberlo ido a buscar a la misma Argentina invitaba, más que al sollozo solidario, a recordar que la historia de contratos problemáticos no es nueva para la actual dirigencia íntima. En 2002, Paolo Guerrero dejó el club sin haber jugado un solo partido oficial y terminó partiendo al Bayern Munich en una operación que no dejó mayores réditos a las arcas del club. A inicios de este año, se repitió la historia con Jair Baylón, quien al cumplir los 18 años sin contrato de por medio pudo firmar por el Sporting de Braga sin, otra vez, reportar beneficios a Alianza. En ambos casos, la reacción en Matute fue al Carpio-style: satanizar a los empresarios implicados y maldecir el escaso agradecimiento de los jugadores al club que los formó.

Alfonso de Souza Ferreyra es un hombre inteligente de negocios que sabe bien y por formación familiar, a diferencia aparente de la mayoría de los dirigentes que lo acompañan, con qué códigos se maneja el mundo del fútbol. Sabe, también, que la historia íntima lo recordará como un personaje exitoso: tres títulos en seis años de gestión -el de 2007 ya resulta una quimera- hablan de una eficiencia práctica que ha consagrado a Alianza como el mejor equipo del medio en la década y que, sobre todo, le ha permitido recuperar el respeto que perdió ante sus rivales durante las 19 temporadas de sequía de títulos. Y sabe, por último, que cada vez que dejó decisiones importantes en manos de terceros durante este tiempo, los resultados fueron calamitosos; basta recordar el marasmo en que cayó el club cuando pidió licencia del cargo en 2005, año terminado a los tumbos bajo el mando de un inhumanamente manoseado Roberto Chale. Raúl Vera solo jugó con Alianza este partido ante Estudiantes de Medicina en el Clausura 2001 (Foto: El Gráfico Perú)

La historia reciente de Alianza sabe, pues, de momentos extremos. Así como el oscuro periplo de Chale se lavó con el título de Pelusso, antes la ida de Paolo se había maquillado con la venta de Jefferson Farfán. Pero las fallas tarde o temprano colapsan, y la mejor muestra de ello fue el caso protagonizado por Gustavo Roverano y Raúl Vera. Poco menos de 110 mil dólares adeudados por cuatro años le costaron al club íntimo igual número de puntos en la tabla de posiciones, casi como regla de tres. El cargo de conciencia se ahonda en el caso de Vera, un marcador de punta ignoto para la Primera División que apenas jugó 72 minutos con camiseta íntima. ¿Por qué los errores blanquiazules tienen que ser así de estrepitosos?

Edison Mafla no jugó ni un minuto en Matute, pero sí pasó algunos -fatales- en el banco de suplentes (Foto: El Gráfico Perú)La respuesta tonta diría que en Alianza hay solo una mano mágica para resolver problemas que se mueve, literalmente, al cuchicheo. La respuesta perspicaz evocaría un caso de marzo del 2003, cuando el colombiano Edison Mafla se fue de Alianza -también sin jugar- luego de haber sido retirado del banco de suplentes durante los primeros minutos de un clásico ante la U ya que su presencia hacía que los íntimos superaran el cupo de extranjeros; aquella vez, una extremadamente benévola Comisión de Justicia decidió amonestar al cuadro íntimo con un llamado de atención sin retirarle los puntos. La respuesta lógica señalaría que en Alianza el caso Mafla debería dejar de ser visto como el paradigma de la buena gestión dirigencial, y que más bien, en los meses que le quedan a Alfonso de Souza Ferreyra en el cargo, el gran título que le resta conseguir es la formación de una casta apta para heredarlo. En caso contrario, los riesgos son altos, y no siempre habrá un Aguirre para agarrarlos y asumirlos.

14.8.07

Espuma al límite del vaso histórico

Sporting Cristal vive horas difíciles. Lo que hasta hace pocas semanas era una broma de tribuna rival, la posibilidad del descenso de categoría, hoy asoma como una opción real visto el desempeño rimense en el arranque del Clausura. ¿Cuáles son los íconos de la crisis cervecera?

Foto: delgol.com

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Amargura: Cristal no quiere jugar al fútbol.
Tras las jornadas iniciales del Clausura, los celestes pueden exhibir a sus hinchas algo peor que la seguidilla de resultados negativos: apatía por saltar al campo y un deseo inigualable de que el árbitro pite el final de los partidos desde que estos se inician. Lo que extraña es que seis de los habituales titulares sean formados en el club, y por tanto estén teóricamente identificados con él: Delgado, Prado, Villalta, Rebosio, Lobatón y Palacios. A ellos podría sumárseles Jorge Soto como capitán emblemático de los últimos años. Lo curioso es que el más luchador proviene de afuera: Luis Alberto Bonnet, quien acaso sí tiene claro lo que es sufrir por surgir en un club con incomodidades (el Atlanta de su país) y tener éxito en una institución modelo como Cristal.

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Vergüenza: Cristal está en posición de descenso. Podía interpretarse como el típico canto posterior al “ay, ay, ay, ay, qué risa que me da”, pero la realidad no miente. En el torneo local, durante las últimas dos temporadas, las diferencias entre grandes y chicos se han aplanado producto de algunos buenos trabajos institucionales (San Martín y Bolognesi) y algunas influencias de altura (Sport Áncash). No hay más partidos ganados por default ni el San Martín de Porres es más el cementerio de nadie externo al propio Cristal: los tres años de imbatibilidad que mantuvo en dicho estadio desde su reinauguración en 1995 hoy saben a añejo recuerdo. Equipo que suma en casa, campeona: lo sabe bien Oblitas desde los noventa. Equipo que pierde en casa y no recupera esos puntos afuera, desciende: ¿sabrá alguien conjugar ese verbo en La Florida?

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Asombro: Cristal no ha mejorado a pesar del regreso de sus ídolos. Ni Palacios ni Oblitas son magos. Y no por viejos ni caducos: más bien están afrontando un escenario nuevo en sus historias celestes, en el que ya no pelean un campeonato ni -sobre todo- los rivales les temen, como ocurría en la década pasada. En 1990, cuando el Ciego llegó al Rímac, se había vivido un momento tenso tras la eliminación ante los clubes chilenos en la Libertadores con los argentinos López y Cavallero, y luego con la poca afortunada campaña el chileno Eugenio Jara. Pero nunca algo como el último lugar, y de hecho entonces Oblitas logró el noveno puesto del segundo Metropolitano con la idea fija en sentar bases para campeonar en 1991, objetivo que logró en un equipo basado en jugadores experimentados. ¿Habrá querido confiar en la misma estrategia esta vez? Un apunte: aquel equipo que empezó jugando al ritmo de Antón, Navarro y el propio Julio César Uribe, terminó campeonando con los recién surgidos Pablo Zegarra, Maestri y el mismo Chorri como emblemas. Es solo un apunte.


La campaña de Cristal en 1990 fue una de las peores en su historia. Aquí enfrenta a Huaral en la Libertadores de aquel año (Foto: El Comercio)


(H)

Ceguera: Cristal no la ve con los refuerzos. En La Florida hay muchos más ciegos que Oblitas desde hace buen tiempo, y si alguien decide abrir el chopp para mejorar el plantel antes del cierre del libro de pases, es preferible que los consejeros de siempre sean mantenidos bien lejos. Las comentadas contrataciones nefastas de zagueros centrales a lo largo de los años noventa en el club celeste eximen de comentarios: no pegaron una sola. Y si más bien la tradición histórica de Cristal fue acertar con los refuerzos ganados a otros clubes del medio, este año haber empezado las compras por un jugador como Edison Chará que venía de cometer una gravísima falta ética -abandonar a Cienciano en plena final contra Alianza Lima, quién sabe por qué tipo de motivaciones- no hizo sino contraponer los valores históricos de la institución cervecera. Al colombiano, dicho sea de paso, la camiseta nueve le ha quedado muy grande para ejecutar alguna rabona este 2007. Hasta el momento, hay que reconocerlo, el mejor refuerzo de Cristal en el año ha sido la contratación de Alan Diez como jefe de prensa, cuya eficiencia resulta un gran aporte a quienes cubren informaciones en el club.

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Incertidumbre: Cristal no sabe cuánto más tendrá que sufrir. Amén de los resultados de los clásicos de esta semana –ya Oblitas habría deslizado que si va a pelear la baja luego de esos partidos preferiría hacerlo con juveniles-, se ve difícil que la crisis celeste se resuelva del todo antes de diciembre. Y aunque ya haya ocurrido que la celeste remontó en un solo torneo corto desde las últimas ubicaciones hasta lograr el título (Clausura 1998, con Franco Navarro en sucesión del Chiqui García), esta vez el pasivo es tan grande que hasta el más fanático del Extremo parece haberse resignado a que el 2008 será el primer año sin presencia internacional imense en catorce temporadas. Tras haber comenzado el calendario con una espantosa goleada ante el América mexicano y haberlo adornado con otra en domicilio propio frente a la Liga Deportiva Alajuelense, unas vacaciones continentales no saben tan mal. La idea, por cierto, es que ellas puedan tomarse desde la comodidad de una pretemporada dura y no resembrando el césped del San Martín para que este vuelva a albergar partidos de Segunda División como en los años ochenta.