27.11.07

Cómo así el fútbol no está muerto

Tras la debacle en Quito, no hubo mejor respuesta del auténtico fútbol peruano, ese que se juega domingo a domingo con la misma gente -poca, pero fiel- en las tribunas, que una fecha llena de emociones y buenos partidos. En tiempos en que cualquiera habla (mal y para mal) sobre fútbol, cabe rendir un reconocimiento a quienes lo mantienen vivo en el país.

Fotos: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com

Durante los últimos días, el entorno del fútbol ha estado sujeto a una cantaleta acostumbrada para los últimos años: derrota estrepitosa, calificativos vergonzantes, dimes y diretes entre jugadores, viejas “glorias” en metódica labor de crítica, búsqueda de chivos expiatorios, videos dizque acusadores, ayayerismos y compadrazgos evocados por doquier, generalizaciones de rigor y el infaltable “que se vayan todos”. Claro, con la diferencia de que, esta vez, en el Perú efectivamente todos queremos que se vayan todos los que tienen que ver con la Federación Peruana de Fútbol, aunque eso a estas alturas ya caiga en la categoría de coro de misa.

Está dicho por esta página que cualquier hijo de vecino tiene perfecta legitimidad de vivir y consumir el fútbol como mejor le plazca. Por lo mismo, es válido que cualquiera que tenga una tribuna mediática pueda dedicar espacio en ella a hablar sobre la selección. Así para quienes sentimos el fútbol como algo esencial resulte regurgitante, por ejemplo, leer a periodistas políticos opinando superficial y biliosamente sobre planteamientos de juego; Los De Oriente, barra aliancista que es un ejemplo de cómo gente con sólida formación universitaria e importante desarrollo profesional puede volcarse semana a semana a los estadios a apasionarse con el fútbol (Foto: Martín Velásquez / DeChalaca.com)a plurifacéticos cronistas que con honestidad reconocen jamás haber pateado una pelota lanzando recomendaciones acerca de cómo terminar con el fútbol definitivamente; o a la industria de la estupidez farandulera exigiendo a la prensa deportiva investigaciones policiacas en lobbies de hoteles.

Todos ellos están en su derecho, y nosotros en el de no hacerles caso. También nosotros estamos en el derecho de alegrarnos al ver cómo luego de un desastre como el de Ecuador, el Torneo Clausura respondió con una emocionante jornada de fin de semana, la mejor de las 19 fechas que lleva de disputa.

Sin duda, de esas otras orillas surgirán las voces que califican de mediocres a quienes siguen el torneo local o aplauden el nivel de los partidos que en él se juegan cuando el que se disputa en Europa es superior. No faltarán los que digan que toda la prensa deportiva es bullanguera porque ensalza ídolos en partidos como estos o construye titulares rimbombantes y exagerados. Hay parte de cierto: estamos en un medio en el que la fufulla vende y varios siguen ese camino. La Trinchera Norte llegó en masa a Matute y demostró que sin violencia puede alentarse a rabiar al equipo de los amores en un clásico en la cancha rival (Foto: Martín Velásquez / DeChalaca.com)

Pero al auténtico hincha del fútbol, al que sabe analizar un partido y no se deja llevar por lo que le dice una carátula, nadie puede darle gato por liebre. En lo que concierne a DeChalaca.com, que es lo que nos compete, podemos decir con tranquilidad que, durante los cinco meses de fase de incubación que lleva, cuando un partido ha sido malo en su contexto particular, lo hemos calificado como tal, y cuando ha sido bueno, como este fin de semana, ha tocado aplaudirlo. Quienes aquí escribimos creemos tener un solo carácter que nos facilita esa tarea: saber disfrutar igual de un Brasil-Italia por el Mundial, un Boca-Sao Paulo por la Libertadores, un Alianza-Universitario por el torneo local, un Atlético Minero-Hijos de Acosvinchos por la Segunda o un Franciscano San Román-Diablos Rojos por la Copa Perú.

Y por que existe gente que sí sabe vivir el fútbol, es que este no muere cuando te humillan 5-1. Porque al clásico se temió que nadie fuera, pero el Comando y la Trinchera llegaron a Matute y pusieron colorido a la tarde. Ante ese marco, los equipos se esforzaron y regalaron un partido que como mejor prueba de que agradó a todos dejó el hecho de que el público saliera satisfecho del estadio pese a que el resultado perjudicó a íntimos y a merengues. Probó también la tarde que cuando la Policía Nacional tiene ganas de trabajar bien, no es necesario llevarse clásicos a Chimbote para provocar la ocurrencia de muertes absurdas. Pese a los desatinos de su dirigencia, la Banda del Basurero llegó al Monumental para el partido contra San Martín (Foto: echamuni.net)El día que se entienda que en las barras coexiste todo tipo de gente y que los violentos son un grupo específico de caras conocidas que siempre van con ganas de armar desmanes y hasta cambian de camiseta entre tribunas para delinquir, se habrá dado un gran paso. Pero vejar por eso a los hinchas que caminan decenas de cuadras para ahorrarse el pasaje y llegar al estadio a depositar su dinero en las boleterías es, también y relativamente, un absurdo. Y que mil de esos hinchas se queden fuera de Sur con entrada en mano, un cachetazo a la demanda de un negocio que ya es reducida de por sí.

A los miembros de la Banda del Basurero, por ejemplo, les avisaron con menos de 24 horas de anticipación que su equipo no jugaría el domingo sino el sábado. Sin duda, ello no sorprende de la incapaz directiva de Silvestri Somontes, que anunció un partido (contra Boys) en un estadio que estaba alquilado para otro evento, se enteró de ello el mismo día y luego lo reprogramó en plena Eliminatoria y en horario nocturno, para pagar el costo del alumbrado con el dinero que sus arcas
no tienen. Pero a la Banda eso no le importó porque ella sigue a su equipo aun con el estadio cerrado, y llegó al Monumental para espectar los mejores 45 minutos de fútbol en lo que va del Clausura en un infartante 2-2 contra la San Martín.

Boys y Áncash en horario matinal impropio para el Callao, pero igualmente con banderas de ambos clubes en las tribunas (Foto: juventudrosada.blogspot.com)O qué decir de los hinchas de la Juventud Rosada, de un pueblo fiestero si los hay como el Callao, para quienes despertarse a las 11 de la mañana un domingo cuando su equipo lleva una rueda sin ganar tiene sabor a cebiche mañanero malo. Pero en el Grau estuvieron las banderas, y hasta también las de los hinchas del Áncash, maltratados por su presidente-congresista con la amenaza frecuente de llevarse al equipo fuera deHuaraz cuando sus tasas de asistencia al estadio son de las mejores de las últimas tres temporadas. Montaño y Carrillo se encargaron de poner la cuota de distinción y emoción que justificó el adelanto en el despertador.

Por eso, en medio de tanto maltrato, vaya desde acá el reconocimiento al hincha verdadero, que es el que con su dinero y aliento mantiene encendida esta fiesta en partidos como los de este fin de semana, y no necesita ponerse camisetas brasileñas o portar al estadio camaritas como las de Burga -que al fin y al cabo termina siendo un presidente de Federación digno de los turistas del fútbol- para disfrutar del juego más hermoso del mundo. A esa gente, a la que un 5-1 en contra, más que facilitarle el discurso viperino, le lacera el alma, el fútbol peruano le debe la vida.

17.11.07

Los verás volver

Desde que el sistema eliminatorio ha obligado a Brasil a recalar en Lima cada cierto número de años, la ciudad espera el partido como si se tratara del concierto de moda. Para el hincha peruano, no existen muchas diferencias prácticas entre ir a ver al ‘Scratch’ al Monumental y a Soda Stereo al Nacional, y ello también guarda relación con el destino de la selección.

Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com

Para partir de una referencia numérica futbolera, lístense 11 canciones del -subjetividad pura del autor- mejor grupo de la historia del rock en castellano con el fin de ilustrar por qué Lima es una muy mala plaza para que una selección juegue como local un partido eliminatorio ante Brasil.

1. En la ciudad de la furia. Si usted se siente geográficamente ubicado así, es seguro que no está leyendo estas líneas en la capital peruana. La furia es una noción alejada de una tribuna que va al aeropuerto a recibir con loas al rival del fin de semana. Nadie pretende que el hincha peruano sea el uruguayo que no deja dormir a los australianos haciendo bulla toda la noche fuera del hotel donde se alojan; pero una cosa es el juego limpio y otra el juego tonto. En sus caras veo el temor, piensa para sí Ronaldinho cuando ríe.

Ronaldinho arribando al Jorge Chávez en medio de las estupefactas miradas del público peruano (Foto: EFE)2. Lo que sangra (la cúpula). Cerati, Bosio y Alberti son la cúpula del micrófono, ‘Dinho’, Kaká y Robinho lo son de esta versión del ‘Scratch’. Como Didí lo fue en 1957, Rivaldo en 2000 o Ronaldo en 2003. De todos ellos, solo el ‘Gordinho’ se fue hostilizado de Lima en la pasada Eliminatoria, de un Monumental que urdió todo tipo de formas córneas con las manos sobre la cabeza para recordar los problemas conyugales del astro. Pero como con Claudio Caniggia en las Eliminatorias del ’96, el hostigamiento tenía raíz farandulera, chismográfica, de revista de peluquería; de quienes creen conocer ese lugar donde revientan las estrellas y no de gente de fútbol.

3. Persiana americana. A Brasil, el Perú lo percibe fuera de foco. Inalcanzable. Irreversible. Casi intocable. Y es preferible dejarlo allí porque la pleitesía que se rinde a la camiseta verdeamarelha en el medio bien haría que muchos turistas del Monumental quisieran proseguir con lo que viene en el estribillo. Esta es la semana en que los amigos te llaman al celular para preguntarte si vas a ir a entrevistar a algún brasileño a su concentración para ver si es posible acompañarte. Quizá alguno de ellos aspire a tomarse una foto con Cafú -bien tranquilo en su casa de Roma, ya retirado del ‘Scratch’-, como las señoras que este sábado por la mañana mostraba la televisión en el lobby del Swissotel.

Por alguna razón, el ambiente que recibe siempre a Brasil en Lima es festivo, y no hostil como contra otras selecciones (Recorte: Don Balón Internacional Edición Perú, Nº 8 p. 1)4. Sobredosis de TV. Es posible entender que varios de los compañeros de trabajo en esta página pertenezcan a una generación que empezó a ver fútbol con un reloj con el tiempo de juego en la pantalla, y por tanto no estén acostumbrados a portar cronómetro al estadio. Pero es insoportable que en el Monumental, como ocurrió en 2003, haya quienes pregunten por qué se dan cuatro minutos de descuento si el balón estuvo fuera del campo más de 15’. O que se molesten porque el tablero electrónico no muestre la repetición de las jugadas. Apágalo, enciéndelo. No se cree poder resistir un aire demasiado tenso, aunque habrá que sufrirlo este domingo.

5. Signos. Caras pintadas de blanco y rojo. Merchandising ofrecido por doquier. Polos “Te amo Perú” inmortalizados por el ‘Chorri’. Parafernalia de todos los tipos y precios para vivir el gran partido del domingo. Pero como en muchos estamentos de esta descoordinada sociedad, no hay un modo. No hay un punto exacto. Para estos eventos el hincha peruano da todo y siempre se guarda algo: la garganta.

La masiva presencia femenina en las tribunas es una nota característica de los Perú-Brasil en Lima (Recorte: El Gráfico Perú, Nº69 p. 19)6. Mi novia tiene bíceps. Típico domingo con inusual presencia femenina en la tribuna. Y aunque no haya mejor noticia visual para quien acude domingo a domingo a toparse con los mismos vendedores de cigarrillos y canchita, algo falla en el modelo cuando las hinchas solo calientan el asiento y no el ambiente. La selección requiere que se crean superniñas, de esas con las que hay que tener mucho ojo con lo que se les dice. Para este tipo de partidos, el paradigma femenino en la tribuna por seguir en la tribuna debería ser el de las tías Pocha o Kika de la barra del Boys. O el de las robustas señoras de la barra del Hijos de Acosvinchos, que no escatiman legumbres verbales o referencias a la ascendencia familiar. Cuerazos.

7. Te hacen falta vitaminas. Por alguna razón, las fotos que evocan los choques con Brasil en Eliminatorias pasadas guardan un patrón uniforme. Es ‘Vides’ Mosquera escabulléndose ante el corpulento Djalma Santos. Jayo y Zúñiga haciendo fuerza para contener a un aplanador Rivaldo. Ciurlizza exigiendo a sus piernas cortas para frenar a Kaká. Biotipo, le dicen en el mundo del fútbol civilizado. Dando vueltas por la cancha (a veces sin sentido), esperando algún milagro sin que pase nada, Perú es, desde la alineación misma, de una forma frente a Brasil: chiquito.

8. Imágenes retro. Casi como para renegar de lo anterior, si algo muy recordable ostenta Perú frente a Brasil es una jugada: Guillermo Salas, pigmeo como él solo, lanzando un centro para el testarazo de Solano (Fuente: You Tube - América Televisión / Usuario: XPeedy).

Si hubiera existido Internet en 1953, téngase por seguro que el remate desde 35 metros de Luis Navarrete sería mucho más famoso. Pero para la tribuna que mañana pueble el Monumental, lo más seguro es que Navarrete sea un álbum y Salas el chiquitín que nadie entiende qué hará marcando a Robinho. Quiérase que este domingo, más que un museo de cera, su actuación signifique un simulacro demasiado real de hace cuatro años.

9. Primavera cero. Un primer perfil del hincha peruano de cara al partido es el de quienes alquilan el empate sin goles con anticipación. “Es un buen resultado”, frase baúl. Ciertamente, sería poco juicioso afirmar lo contrario en la coyuntura actual del fútbol peruano; pero la falta de ambición en condición de local es imperdonable. Recuerdos del futuro juntos, goles suenan a la distancia: solo cabe apuntar, desde la estadística objetiva, que desde que Brasil participa en Eliminatorias todos contra todos (los últimos dos procesos), ya ha perdido en Asunción, Santiago, Quito, Montevideo, Buenos Aires y La Paz. Como para pegarse un viaje por Lima, la horrible.

10. Trátame suavemente. Un segundo perfil de hincha lo conforman quienes casi en actitud de súplica aguardan que mañana no haya que caminar de regreso desde el Monumental en medio de lamentos de una goleada catastrófica. Nueva estadística: en las dos últimas Eliminatorias, Brasil solo goleó de visita a Venezuela (0-6 en 2000 y 2-5 en 2004, ambas en Maracaibo). Como fuere, muchos prefieren comprar su boleto con la cabeza gacha, casi asumiendo que el ‘Scratch’ se comporta de acuerdo con lo que le dicta cada momento, en una inconstancia que no es algo heroico sino más bien algo enfermo (del jogo bonito).

Por eso, el hincha está dispuesto a recordar con el paso de los años simples jugadas improductivas de mediocampo como el sombrerito que Jorge Soto le hizo a Roberto Carlos en 2000 (Fuente: You Tube - Panamericana Televisión / Usuario: maestri09), aunque cinco años antes el ‘Camello’ hubiera correteado 40 metros al lateral brasileño sin poder quitarle el balón en la Copa América de Uruguay -jugada que, por cierto, terminó en gol de Edmundo-.

11. Cuando pase el temblor. La caminata de salida del Monumental siempre es larga y pesada. Tortuosa, máxime cuando se acompaña de una grieta en el corazón y rodeado de un planeta de desilusión. Pero luego de jugar con Brasil, reina una sensación de quietud única. Pasmosa. Acaso porque el perfil de hincha que camina por las calles de Ate obedece a alguno de los descritos en los dos puntos anteriores. Acaso porque muchos de ellos pisaron esa tarde por primera vez un estadio. A lo mejor, porque no son gente de fútbol. ¿La 'Torcida' de local en Lima? El 2000, los brasileños parecieron gritar más que Perú en el Nacional (Recorte: El Gráfico Perú Nº 69, p. 10) En una economía que se rige por las leyes del libre mercado, es perfectamente válido que cualquiera que pueda pagar entre S/.25 y S/.200 (en 2000 y 2003 oscilaron entre S/.30 y S/.250) compre su boleto, vaya al estadio y consuma el producto fútbol como mejor le venga en gana. Así como el 8 de diciembre, al Nacional muchos irán a ver a Soda sin saber más que algún corito, literalmente, de música ligera. Esta sociedad es, por antonomasia, posera.

Con ello y todo, este artículo no pretende renegar de la teoría de los derechos del consumidor. Hace algunas semanas, cuando la reelección de Manuel Burga, un periodista político dijo en televisión que el barullo armado alrededor del tema obedecía a que el fútbol era “la cosa más importante de las cosas que no importan”. Pues bien, esta página web está hecha por personas para quienes el fútbol es la cosa más importante de las cosas que sí importan. Por ello, estas líneas quieren concluir a pocas horas del Perú-Brasil con un único mensaje: a quienes respiramos fútbol, los turistas eliminatorios del Monumental nos caen, por decir lo menos, pésimo.