30.10.07

Ese 'Chorri' al que se quiere tanto

Roberto Carlos Palacios Mestas (Lima, 28 de diciembre de 1972) escribió el último fin de semana una nueva página de éxito en una foja de servicios llena de emociones que no son solo de color celeste. El ídolo dijo presente otra vez, y con eso recordó la obligación que tiene el entorno del fútbol de respetar los escasos símbolos de los cuales dispone.

Fotos: terra.com.pe, libro 'Club Sporting Cristal: 50 años de historia celeste'

Hace menos de un mes, en la explanada del estadio San Martín de Porres, Roberto Palacios era uno de los últimos jugadores en salir del camarín de Sporting Cristal luego de la victoria 2-0 sobre Sport Áncash. Un poco por la avanzada hora y otro tanto porque los protagonistas de la tarde habían sido otros, al ‘Chorri’, como nunca, no lo acosaba ningún micrófono o cámara.

DeChalaca.com interceptó en ese momento a Palacios y sin mayores preámbulos lo acometió con una pregunta directa: -Hola ‘Chorri’, una duda, ¿desde cuándo no metes un gol de cabeza? El volante recibió la excéntrica interrogante con la sorpresa propia de la estrella acostumbrada al clásico “¿cómo te sientes luego de la victoria?” reporteril. Luego de que los redactores de esta página se apresuraran en aclarar que la consulta obedecía a que durante el partido ante los ancashinos se lo había visto cabecear inusualmente hasta tres veces con peligro sobre el arco de Harold Quiroz, el ‘Chorri’ respondió: -“Jugando acá no recuerdo casi ninguno. Pero los últimos fueron en Ecuador, en un partido contra el Olmedo”.

Setiembre de 2001: Como en 1994, Unión Minas otra vez presente en el destino del 'Chorri', cuando le marcó su primer tanto en su primer regreso a Cristal luego de cinco años de ausencia (Recorte: El Bocón, 01/10/01 p. 14)   Así quedó registrado en el artículo correspondiente, aunque 13 años no pasan en vano para cualquier memoria, sea de futbolista o periodista: evocado el dato, más de un acérrimo hincha celeste habrá recordado esa tarde frente a Unión Minas en octubre de 1994 cuando un testarazo de Palacios sombreó a Dionisio Gil y les dio a los rimenses un empate que les valió el primero de los tres títulos nacionales del mejor ciclo de su historia. Valga la magia del video para salvar el olvido; pero, por fortuna para el fútbol, aún no ha llegado el tiempo de que
el ‘Chorri’ haga vivir a la afición solo de recuerdos.

Por eso, cuando el último sábado Palacios definió de cabeza un clásico que la ‘U’ bien pudo inclinar hacia su lado, las sonrisas no solo despertaron del lado rimense. A ese chorrillano que se sacó una vez más en su carrera la camiseta, la blandió por los aires y se ganó por eso una amarilla en el Perú lo quieren casi todos, así el polo que ese día vestía debajo ya no fuera rojo en honor del país ni dijera que amaba a este. Era la vuelta al ruedo de un símbolo, el nuevo renacer de uno de esos jugadores sobre los que algún día uno hablará a los nietos con tono a leyenda para contarles que uno estuvo en el estadio el día que el ‘Chorri’ hizo un gol que podría, quién sabe, comenzar a salvar la peor campaña de la historia de su querido Sporting Cristal.

Julio de 2004: El 'Chorri' en su faceta salvadora de partidos y portadas luego de su golazo a Bolivia en la Copa América (Recorte: El Gráfico Perú, Nº 237 p. 1) Palacios es, por antonomasia, el ídolo hecho a la medida del hincha peruano. Esmirriado, calladito, de bigote incipiente aun bien pasados los 30, humilde como el personaje que lo caracteriza en el Especial del Humor cada sábado por la noche. Es el ‘Chorri’, “mano”, el jugador al que el ciudadano de a pie siempre querrá que le concedan una oportunidad y que, en solo cuatro días, ha pasado de ser condenado al asilo en cada artículo que se escribía sobre la oscura campaña celeste a ocupar populistas titulares que lo ponen con un pie en el once que enfrentará a Brasil el próximo 17 de noviembre.

Opiniones al respecto hay muchas y para intercambiar pizarras con 'Chemo’ del Solar existen otros espacios. Por acá, solo merece al respecto apuntar que hace poco más de tres años, a finales de marzo de 2004, cuando Perú cayó 0-2 en Lima frente a Colombia por las anteriores Eliminatorias, la amarga salida del estadio Nacional podía acompañarse como fondo por la voz de un locutor radial que con tono de máxima categórica decía: “Ha llegado el momento, señor Roberto Palacios, de decirle muchas gracias por los servicios prestados y a su casa se ha dicho”. Quien suscribe recuerda haber mirado con rabia a aquel gordito barbón faltoso y solo haber tenido su despreciable imagen en la mente una vez más hasta el último sábado:
cuando solo tres meses después de ese partido con Colombia, el ‘Chorri’ sombreó a dos bolivianos en el arco Sur del mismo Nacional y bailó marinera con 45 mil almas en la apertura de la Copa América
de 2004.

Ese gol explica por sí sola una de las tres inonimias que el apellido Palacios implica para una generación de hinchas peruanos: el juego elegante que dizque el fútbol de este país ha acuñado a lo largo de la historia. Las otras dos bien pueden ser explicadas por los sendos tantos que acompañan al anterior en el video que complementa estas líneas (Fuente: You Tube / Usuario: teamblancoyrojo): el inevitable carácter mesiánico de cualquier héroe enfundado en colores blanco y rojo, como cuando le convirtió a Venezuela para definir un partido agónico en 2000, y la audacia vestida de amor patrio que un pequeño sacó de la galera para clavarle una estaca al gigante Chilavert en su vértice superior izquierdo al inicio de esa misma Eliminatoria.

Aquel ‘Chorri’ de las imágenes ya no era el mismo de los largos remates desde fuera del área de los noventa. Como ahora, cuando emplea la cabeza para gritar gol, tampoco es el jugador de hace un lustro. Es, sin embargo, el tipo de ícono que el fútbol de este país necesita para volverse un producto creíble para sus consumidores. Si hace un año al Clausura le daban vida el espíritu guerrero de Jorge Amado Nunes y sus victorias sobre el rival de siempre, a este campeonato en el que hasta el descenso parece una norma sin piso nada le viene mejor que la resurrección del juego de uno de sus jugadores de mayor nombradía para regalarle interés y expectativa en las tribunas.

Una vez más, Palacios devuelto al ruedo de las grabadoras y micrófonos post partido (Foto: Martín Velásquez / DeChalaca.com)Por todo eso, la lectura es contundente: al ídolo hay que cuidarlo y respetarlo cual reliquia arqueológica. Se puede opinar que no es adecuado que lo convoquen a la selección o sea titular en su club, pero jamás retirarlo o enviarlo a sus cuarteles de invierno. Aunque quizá sea prematuro afirmarlo, es posible que Palacios en poco tiempo pase a ser una especie de “nuevo Cueto” que llenará estadios en partidos de exhibición a la sola mención de su apellido pese a haber compartido generación con jugadores que llegaron a ligas internacionales más renombradas. Cuando siga siendo el personaje que siempre concederá una entrevista de buena gana e incluso, como ocurrió el sábado, rompa él mismo el protocolo del departamento de prensa de su club para buscar a los medios y compartir su alegría -al borde de las lágrimas- con las cámaras y micrófonos que hace menos de un mes no lo perseguían.

¿Cómo no valorar a ese tipo único que no es el Drogba ni el Romario de los pobres sino el ‘Chorri’ de la gente, ese al que nunca le importa ganarse una tarjeta amarilla por sacarse el polo y compartir su emoción con el público?